Nuestra forma de relacionarnos con el dinero es algo que marca nuestro éxito económico.

               Aunque a priori parece una afirmación obvia, son muchas las veces que trabajo con personas a las que la relación con el dinero les resulta difícil de afrontar y gestionar, especialmente a la hora de valorar y facturar por sus productos o servicios, más allá del coste de producción de éstos. Esto lo observo especialmente en el caso de personas que comienzan con sus primeros emprendimientos.

             Cuando esto ocurre y acuden a mí, trabajamos juntas en el proceso de cambio de esta relación emprendedora-dinero. Partimos de que quieren emprender, quieren que su negocio prospere, que sea viable, ecológico, que aporte a la sociedad, que cubra alguna necesidad y, por supuesto, que sea rentable y les proporcione la deseada libertad económica.

             La mayoría de las dificultades suelen ser mentales y están arraigadas en las creencias que se tienen sobre el dinero.

             Estas son numerosas y muy variadas. La mayoría viene de nuestra tradición cultural-religiosa. El dinero proviene del esfuerzo, los ricos son malos, el voto de pobreza es sinónimo de bondad… Todo esto fuera de tiempo y contexto, pierde sentido y sin embargo se mantiene de forma consciente e inconsciente en nuestra mente.

            Estas ideas hacen, por un lado, que cualquier dinero que pueda venir sin esfuerzo y sacrificio físico, esté mal visto, pero aceptado y en tela de juicio si son otros los que lo obtienen.

            En otros casos la creencia de que las personas ricas son malas, lleva a que para no perder esa “bondad” se autolimiten al ganar dinero, y si ven que pueden ganar mucho, incluso se autosaboteen.

            Un punto de partida para cambiar esas creencias es saber qué es el dinero y para qué sirve.

             El dinero es un medio de intercambio de productos de valor. En su momento el trueque podía ser un medio válido. Hoy en día no tendría sentido. Un ejemplo sería, si lo que yo produzco son manzanas y necesito comprarme una casa, cuántas necesitaría para pagarla, y para qué querría el dueño de la casa tan ingente cantidad de manzanas. La conclusión es clara: el dinero facilita estas transacciones.

             Podemos considerar el dinero como una herramienta, o tecnología, a través de la cual consigo aquello que quiero y necesito, y desproveerlo de juicios de valor y de emociones. Leer Más…